Tengo miedo, un poco de miedo, de la frágil línea que separa nuestra luminosa profesión de un lado frío y oscuro. Ahora mismo, esa línea que delimita el ser un profesional con horas de vuelo de investigación, amor y pasión por lo que hace; de un lado oscuro de lo que es la imagen del bartender ególatra, con aires de superioridad y malas maneras hacia el cliente.
Tengo miedo de que ese lado oscuro; retroalimentado en ocasiones por empresas de alcohol, que glorifican al bartender con el interés final de tener más ventas; haga que la verdadera razón para ser bartender pueda quedar mermada por focos, estrellas y eventos de ensalzamiento a esa figura.
Tengo miedo que no sepamos digerir todas estas oportunidades que nos dan como profesionales y que se extienda la falsa e irreal idea que se puede conseguir el éxito en un chasquear de dedos.
También tengo esperanza en lo que nuestros bartenders nacionales están haciendo; cómo mi querido homónimo en Donostia, Patxi Troitiño en la Basque Culinary; Juan Valls en Valladolid; Jorge Oliva con su Varsovia en Asturias; los hermanos Talens en Valencia; George Restrepo con su increíble libro y portal de Coctelería Creativa; Marc Álvarez, Javier Caballero y Javier de la Muelas vendiendo nuestra cultura coctelera en un sinfín de lugares. Eduard Campos, uno de mis pilares en el curso de coctelería y mixología del CETT; juntamente con Manel Tirvió y Paco Bretau, almas de la coctelerías de antaño y de ahora; Vicente Paulos con su economía de movimiento y Michele Calvaresi con su corazón para esos movimientos; Héctor Henche con su imparable innovación, Gerard Acereda con su cerebro imparable de creatividad…
Y como ellos, existen muchos otros nombres que hacen que cada año el sector de la formación en coctelería sea más motivador. Todos ellos forman parte de esa hornada hecha a fuego lento, como todos los buenos platos, que en este caso se remonta a décadas… Cómo de una maceración equilibrada, un añejo singular de cupage excelente, de un blend de importancia suprema para un resultado de profesionales formados bajo su batuta…
Tengo esperanza en que en los cimientos de nuestra coctelería, se puedan formar unos buenos bartenders, que no pierdan el objetivo que ellos no son los importantes; las verdaderas estrellas las barras son las personas que se sientan con ganas de vivir y experimentar nuevas sensaciones. Ése debe ser nuestro objetivo, y no quimera.
Si el mundo de los cócteles es una de tus pasiones, la escuela universitaria del Campus CETT-UB pone a tu disposición el Diploma de extensión universitaria en Coctelería y mixología para aquellos que deseéis ampliar vuestros conocimientos y dar un paso adelante en vuestra carrera profesional.
Damià Mulà es coordinador del Diploma de Extensión Universitaria de Coctelería y Mixología del CETT-UB.