Madrid, octubre de 2013.- Levantada sobre las premisas del Art Nouveau de la Belle Epoque y concebida en formato boutique con el fin de “alcanzar la excelencia en todos sus niveles”, la Maison Perrier-Jouët es una de las más prestigiosas y especiales de la región de Épernay.
Fue fundada en 1811 por Pierre-Nicolas Perrier y Adèle Jouët y durante sus más de 200 años de vida ha sabido elevar la elaboración del champagne a la categoría de arte, no sólo en el esmerado cuidado de sus vides y en la hábil mezcla de los mostos sino, también, en todos los elementos que envuelven a sus champagnes: desde una mansión decorada con obras de los artistas más representativos de principios del siglo XX, hasta en el diseño de estuches, ediciones especiales y complementos de servicio de la mano de artistas contemporáneos de reconocido prestigio internacional.
El carácter artesano de sus champagnes -resultado de la experiencia en el tradicional arte de la elaboración del champagne de los solamente siete chefs de caves que han ejercido en sus bodegas desde su fundación-, los colores del terroir y del fruto del que nacen, la calidez de una bodega hospitalaria y acogedora, el gusto por la belleza y el estilo contemporáneo de una firma que ha sido pionera en diferentes facetas dentro del mundo del champagne, se reflejan ahora en el nuevo diseño de la completa gama de Perrier-Jouët.
Lujo, distinción y artesanía:
Las nuevas etiquetas de sus champagnes insignia, Perrier-Jouët Grand Brut y Blason Brut, han sido diseñadas en códigos cromáticos que aluden a la pureza de la materia prima: las distintas tonalidades de verde -oscuro y claro luminoso- de las que se viste el viñedo en plena eclosión, el blanco vintage de la Chardonnay -alma de sus champagnes- y el satén dorado de su fina burbuja, que se torna rosáceo en el Rosé. Colores vívidos, estampados en caliente sobre papel nacarado, en una sugerente etiqueta de forma ovalada en la que no faltan las características anémonas imaginadas en 1902 por el maestro vidriero Emile Gallé y convertidas hoy en el emblema de la Maison. Estas, en relieve y pintadas, como se hacen sus champagnes, de forma artesanal.
En las cuvée de prestige de la Maison, Perrier-Jouët Belle Epoque Blanc, Belle Epoque Rosé y Belle Epoque Blanc de Blancs las icónicas flores blancas son las protagonistas absolutas de una botella cubierta de pétalos pintados a mano y perfilados en oro puro que se reflejan en el cristal como caídas en el agua de un estanque.
Todas ellas se presentan en los nuevos cofres de la más alta calidad y con un novedoso y elegante mecanismo de apertura, acompañado con el sello de distinción de Perrier-Jouët en su cuello. Símbolo, este último, de patrimonio, prestigio y garantía de excelencia y calidad.